Normalmente cuando me siento en
el PC y abro el editor de texto no sé que escribir.
Uno de mis mayores sueños en la
vida es poder expresarme de manera creativa y profunda atraves de la escritura,
es como esa fuga que necesito para desahogar todo lo que pienso. Soy alguien
que por extraño o cotidiano que suene me la pasó pensando, todo el tiempo como
si no tuviera descanso. Pienso en todo. La forma en que me alimenta el desayuno
y si está está balanceado (lo cual nunca lo está) la forma del aire y como este
recorre la piel desnuda de mis brazos como caricias ligeras. Cosas así cursis y
tontas, a veces demasiado existenciales y otras un poco melancólicas, pero
siguen siendo cosas. Pensamiento que vuelan y revolotean sin orden alguno
atacando paradigmas varios que por muchas razones encuentro curiosos.
Era una tarde de esas corrientes
inundadas de color naranja (ese color que en su versión taciturno me fascina)
iba caminando con apuro hacia el lugar donde tomo el bus que me lleva a la
universidad, pero algo curioso paso. Sentí como que todo se tornaba de cierta
manera extraño e incoherente, cómo cuando no eres consciente de algo en tu
vida, un objeto o tal vez un sentimiento y de un momento a otro la realidad del
ente te golpea como sin más frenando en seco tu falda idea de entorno conocido.
Fue así como golpeado quede en medio de una calle mirando de fondo las nubes
color crema, entendiendo que estaba vivo. Vivo! ¿Pueden creer? Ya no era
consciente de que estaba vivo, había perdido la noción de aquello sin darme
cuenta.
¿Cómo se puede olvidar que se
está vivo? No lo sé, la verdad todo esto fue un descubrimiento de esos absurdos
que suelo tener. Pero es verdad lo digo de corazón, recordé que estaba vivo y
esto me hizo sentir extraño, con un sin sabor de boca genuino.
Seguí caminando hacia el parador
del bus mientras meditaba en ello, sintiendo todo absolutamente a mí al
rededor. Los niños correr mientras las madres gritaban detrás de ellos para
controlarlos , las pisadas apuradas de quienes iban a sus cada luego de una
larga jornada laboral o el simple golpeteo del viento contra los árboles generando
está tan agradable melodía natural. Sentía todo como si antes hubiese estado
muerto de sentidos y corazón. Es absurdo sigo diciendo y perdón si sueno
repetitivo pero espero no le pase a nadie más. Olvidar que vivimos es como la
más intrincada sensación de desapego existencial que pueda un humano sentir, es
el límite del desvarío.
Pero bueno así se sienta que me
desvíe del tema completamente,no es así. La base de mi teoría sobre no saber
nada de que escribir es que sin duda alguna me la pasó pensando en tantas cosas
curiosas que al final del día en la necesidad de plasmar todo en las letras,
cómo que muero un poco a mí. Sin saber que era bueno el morir a uno para
escribir lo dejaba todo así, hoy se que cuando uno muere un poco al escribir no
es que muera sin más. Es que está dejando un pedacito de si en esas letras y
que el lector póstumo va a entender con claridad los sentimientos y emociones
que el texto transmite así que. No teman
no saber de que escribir es nada más una excusa para no morir un poco en
nuestros escritos.